La energía eólica y la energía solar representan dos de las fuentes más prometedoras y sostenibles de energía renovable en nuestro mundo actual. Ambas aprovechan las fuerzas de la naturaleza para generar electricidad, pero lo hacen de maneras distintas y con tecnologías únicas. Las renovables Las energías renovables, como la solar fotovoltaica, la solar térmica, la eólica y la hidráulica, son consideradas algunas de las mejores alternativas para mejorar el medio ambiente debido a su capacidad para generar electricidad sin emitir, en principio, contaminantes o gases de efecto invernadero. Estas fuentes de energía aprovechan recursos naturales inagotables y están disponibles en abundancia en nuestro entorno, lo que las hace accesibles y sostenibles a largo plazo. La transición hacia energías renovables es fundamental para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático. Además, las energías renovables ofrecen una solución ante la dependencia de import
En el
siglo I de la Era Cristiana, el emperador romano Calígula mandó construir dos
lujosos y enormes barcos cuya tecnología superaba todo lo conocido hasta el
momento.
Tras su muerte, se intentó
condenar al olvido todas sus obras, incluidos sus dos colosos barcos, pero pese
a que llegaron a considerarse un mito, fueron rescatados del fondo del lago
diecinueve siglos después.
Imagen de uno de los pecios rescatados |
Calígula el megalómano
Déspota, cruel, sanguinario,
excesivo y psicópata así ha definido tradicionalmente la historia a Cayo Marco
Germánico, más conocido como Calígula (sandalitas), calificativo que se le puso
porque acostumbraba desde pequeño a llevar un tipo de calzado que era propio de
las legiones: las calige.
Cuando Calígula llegó al poder el pueblo esperaba mucho de
él, pero muy pronto fue temido y odiado por todos. Por eso, tras ser asesinado por su propia guardia
pretoriana tan sólo cuatro años después de haber sido proclamado emperador, el
Senado, en ese mismo año 41 d.C., dicta una condena reservada a los personajes
que habían resultado nefastos para el Estado: la damnatio memoriae, un edicto
mediante el cual se da vía libre para eliminar cualquier registro oficial del
condenado al olvido en anales, inscripciones, estelas, monumentos, estatuas,
mosaicos, etc.
Reproducción |
Por eso, muchas de las obras que Calígula había promovido
desaparecieron ya que se consideraron fruto de
la desmesura y el derroche propios de su locura megalómana.
Calígula fue también un emperador caprichoso. Uno de esos
costosos caprichosos fueron dos magníficos y descomunales navíos de recreo que
ordenó construir en el lago Nemi, un lago volcánico a escasos 30 kilómetros al
sur de Roma.
Estos barcos, también fueron postergados al olvido. Tras su destrucción, los barcos de Nemi nunca más se
volvieron a mencionar ni siquiera en las fuentes clásicas. Sin embargo, de vez
en cuando los pescadores de la zona sacaban a la superficie objetos antiguos
enredados entre sus redes, y ello alimentó una leyenda popular sobre la
existencia de barcos de dimensiones colosales y de tesoros en el fondo del
lago.
Pieza rescatada |
Desaparecieron de tal forma que no se volvió a saber y hablar
de ellos hasta quince siglos más tarde, durante el Renacimiento.
El misterioso Lago Nemi
Calígula solía escapar con su corte del
bullicio de la capital a su villa a orillas del lago Nemi para entregarse,
dicen, a sus sádicas pasiones. Se cuenta que había desarrollado una extraña
obsesión por el ritual sexual del culto a Diana que realizaba en Nemi.
El Lago
de Nemi había sido un lugar enigmático
y misterioso desde tiempos remotos y era conocido por los romanos como Speculum Dianae,
“El espejo de Diana”. Circulaban
numerosos mitos y leyendas entre aquellas colinas cubiertas de neblina, bosques
y pendientes sobre el culto a Diana cuyo santuario se encontraba en la orilla
meridional del lago. Este culto estaba asociado a sensuales rituales de
iniciación y transformación.
Parece
que estas prácticas anidaron en la depravada mente de Calígula que transformó
aquel ritual en su particular baño
de sangre y perversión, combinando deseo y muerte, bajo la apariencia de culto
religioso. Su debilidad por el mar y las embarcaciones hicieron el resto para
que pusiera en marcha su ambicioso proyecto de construcción de dos fabulosos
barcos, que hoy figuran entre los más grandes del mundo antiguo, para llevar a
cabo sus sádicos planes.
Pieza rescatada |
Dos palacios flotantes
No
fueron en absoluto barcos normales. El emperador mandó construir a los mejores
arquitectos e ingenieros romanos los barcos mas lujosos, majestuosos e innovadores que el mundo antiguo
hubiera visto, dotados de una tecnología nunca hasta entonces conocida.
Según Suetonio,
historiador romano posterior a Calígula, éste ordenó la
construcción de estas dos enormes barcazas de recreo en su villa imperial del
lago Nemi, hacia el año 37 de la era cristiana.
Al parecer, Calígula quiso emular las barcazas de recreo helenísticas con la intención de superar a los antiguos reyes ptolemaicos y deslumbrar al mundo.
Fueron dos auténticos palacios flotantes que surcarían el
lago a mayor gloria del emperador y sus invitados concebidos para el recreo con
grandes
columnas, esculturas, techos dorados, suelos de mármol, jardines, exquisito
mobiliario y un sistema propio de conducción de agua fría y caliente,
calefacción y baños, entre otros lujos.
Los
requisitos para la construcción de los buques eran extremadamente difíciles ya
que debían ser lo suficientemente anchos como para equilibrar toda aquella superestructura
pesada de su interior. La
tecnología y los mecanismos empleados no eran comparables con nada visto hasta
entonces, al igual que sus dimensiones. Todo en ellos era revolucionario.
Fotografía del rescate de los barcos |
Uno de
los barcos fue proyectado como un templo dedicado a la diosa Diana (71,2 metros
de eslora, largo, por 20 de manga, ancho). El otro, al que llamó “Siracusa” (73
de eslora y 14,4 de manga), era propiamente el palacio flotante concebido con
el único propósito de este satisfacer la egolatría de Calígula.
La recuperación de los colosos
La “damnatio memoriae” podría haber cumplido perfectamente su
función y haber hecho de los dos fabulosos barcos tan sólo un mito. Pero los
ecos de las naves nunca se apagaron del todo entre los habitantes de Nemi,
debido a que los pescadores
continuaban sacando objetos en sus redes que testificaban que algo había bajo
las aguas del lago. Este eco floreció durante el Renacimiento.
En 1446,
el cardenal Prospero Colonna, dueño entonces de las tierras de Nemi, fue el
primero en tratar de comprobar la veracidad de la tradición local y hablar de
recobrar los barcos. Para ello, confió la
investigación al humanista e ingeniero León Battista Alberti, quien encargó
la exploración del fondo del lago a los marangoni, buceadores profesionales de
Génova. Éstos vieron un único barco de proporciones insólitas y
para tratar de reflotarlo se construyó una plataforma flotante con máquinas
dotadas de ganchos. Pero sólo se logró arrancar una parte del mismo, que se
expuso durante años en Roma.
Fotografía de la época del rescate |
A partir de este pequeño éxito se
sucedieron los intentos de hacer emerger la nave, que se creían obra de Tiberio
o de Trajano.
En 1535
Alejandro de Médici encargó a Francesco de Marchi la inmersión en el lago
mediante un artilugio inventado por Guglielmo de Lorena que permitía llevar
esta a cabo por espacio de una hora. De
Marchi en Della architettura militare escribió que logró extraer «tanta madera
como para cargar dos mulos», además de «numerosos clavos de metal, tan
brillantes y enteros que parecían fabricados aquella misma semana». Además de
la quilla de la nave, de madera de ciprés, pino y alerce y recubierta con
planchas de plomo y lana embadurnada de pez, vio en su interior suelos de
ladrillo y esmalte y restos de algunas estancias a las que no pudo acceder.
En 1827, por iniciativa de Annesio Fusconi, ocho
buceadores se sumergieron en una de las famosas campanas Halley, invento
novedoso y recién estrenado movida desde la superficie por cinco grúas, para
llegar bajó hasta las profundidades del
lago. Durante veinte días extrajeron «dos
medallones de pavimento, trozos de mármol, esmaltes, mosaicos, fragmentos de
columnas metálicas, clavos, tuberías de terracota, además de numerosas vigas de
madera que el propio Fusconi vendió en forma de bastones, pitilleras o
souvenirs varios para financiar un proyecto que acabó apenas cambiaron las
condiciones atmosféricas. Sólo consiguieron sacar pedazos, pero dañaron seriamente las
estructuras.
Lago Nemi |
En 1895, el gobierno italiano
promovió una nueva exploración de los restos bajo
dirección de Elisseo Borghi. Con buceadores profesionales se corroboró la
posición del barco. La popa estaba sumergida a siete metros de profundidad,
mientras que la proa se hallaba encallada a 14 metros. Los arqueólogos
comprendieron que cualquier intento de extraer la nave por medio de grúas
conllevaría su inmediata destrucción. Pero se produjo una novedad: apareció el
segundo pecio, a unos cientos de metros de distancia y a 19 de profundidad. Se
llegó a la conclusión de que el único medio de rescatar las naves era desecar
parcialmente el lago.
Este proyecto se consiguió llevar
a cabo en 1927 mediante grandes centrifugadores y bajo la atenta mirada del dictador Benito Mussolini, quien sentía
pasión por la antigua Roma y empeñado en asociar la idea a la exaltación del nacionalismo italiano.
Las
aguas del lago fueron aspiradas, con los planes del ingeniero Malfatti, y
llevadas a un conducto subterráneo de
1.650 metros usado en época romana para regular el nivel de las aguas y
mantener a salvo al vecino santuario de Diana.
Calígula |
Durante la vasta operación, llevada a cabo e 1927 a 1932, se
movieron más de 40 millones de metros cúbicos de agua, y tras diversas
peripecias, se lograron recuperar los restos, casi intactos, de ambos navíos
diecinueve siglos después de su desaparición-
Lo que
apareció en el fondo sorprendió al mundo entero, dieron testimonio e su
grandiosidad y se rescribió la historia de la arquitectura naval y artefactos
náuticos. Con el
hallazgo, también cambiaron las
creencias sobre los barcos del mundo antiguo.
Después de algunos trabajos de
restauración, las dos barcos fueron expuestos al público en el gigantesco Museo de las Naves,
construido al mismo tiempo en Nemi, pero sólo pudieron admirarse algunos años.
La noche del 31 de mayo de 1944 un
enorme incendio, alimentado con la madera de los barcos, los dejó
convertidos en cenizas. Algunos culparon del desastre a
destacamentos alemanes en retirada por el avance aliado sobre Roma durante la
Segunda Guerra Mundial; otros, a ladrones que buscaban el plomo de las
embarcaciones.
Rescate de los barcos |
De las gigantescas naves de
Calígula sólo se salvaron los bronces más preciados, que poco
antes se habían puesto a salvo en Roma, donde aún hoy se
exponen.
Mediante estudios realizados antes de su destrucción
definitiva, los barcos estaban increíblemente bien conservados, se comprobó que
no habían sido construidos para navegar en aguas abiertas. Entre sus
sorprendentes descubrimientos, además de gran cantidad de lujoso material de
ornamentación, se halló un ancla de brazos movibles, de más de dos metros de
largo; , y una llave de paso cónica de bronce para controlar el flujo del agua
que formaba un sello hermético sin necesidad de juntas; cabezas de bronce de animales
para amarrar los barcos más pequeños; y una plataforma con rodamientos, cuya
invención hasta entonces se había atribuido a Leonardo da Vinci. Todo ello llevo a los
arqueólogos a pensar que los barcos eran simplemente de placer. Una teoría más
reciente mantiene que los buques estaban relacionados con el misterioso culto a
Isis, del cual Calígula era fervoroso admirador (durante su reinado cuando se estableció en
Roma la fiesta de Isis).
*****
CONTENIDO RELACIONADO
- Baia: la ciudad de la lujuria de la antigua Roma que se tragó el mar
- Livia Drusila: la primera Emperatriz del Imperio Romano
- Gladiadores: los atletas más famosos y codiciados de la antigua Roma
- Cleopatra: inteligente y astuta, pero no tan bella como la pintan
- Pompeya: las ruinas que nacieron del horror
- Calzadas romanas: un intenso viaje por la historia
- ¿El sexo acabó con el Imperio Romano?
- Las Médulas: la mayor mina de oro del Imperio Romano
- Cleopatra: inteligente y astuta pero no tan bella como la pintan