El Proyecto Islero fue un intento de España, durante la dictadura de Franco y las primeras etapas de la transición democrática, para desarrollar su propia bomba atómica. Este proyecto es uno de los más secretos del franquismo, buscaba dotar a España de los medios para una política exterior y de defensa independiente, una visión que era parte de la ideología nacionalista del régimen. Proyecto inicial Este proyecto fue concebido a finales de los años 50, tras la independencia de >Marruecos y la guerra de Ifni, con el objetivo de contener las ambiciones territori8ales de Marruecos y disuadirlo de invadir Ceuta, Melilla, las Islas Canarias y el Sáhara. La ayuda tecnológica francesa, en particular para la construcción de un reactor nuclear, fue crucial, ya que Charles de Gaulle apoyaba la idea de una potencia europea aliada y reacia a la OTAN. Sin embargo, el proyecto enfrentó varios contratiempos y no prosperó inicialmente. El "incidente de Palomares" en 1966, donde se
Sorolla
realizó también a lo largo de toda su carrera una
serie de obras vinculadas con la investigación científica, y
más concretamente, con la medicina.
Esta parte de su producción artística surgió de su estrecha relación con algunos de los científicos
españoles más destacados de su tiempo.
El doctor Sinarro en el laboratorio |
Interés
científico
El interés de Sorolla por la ciencia en
general y la medicina en partícula fue en principio personal. Una epidemia de
cólera mató a sus padres quedado huérfano con tan sólo dos años, y más tarde
una de sus hijas sufrió los efectos de la tuberculosis.
Pero con el tiempo, el pintor valenciano
desarrolló un verdadero interés por el positivismo, un pensamiento filosófico que afirma que el único
conocimiento auténtico es el conocimiento científico, y que tal conocimiento
solamente puede surgir de la afirmación de las teorías a través del método
científico.
Estas inquietudes llevaron a
Sorolla a relacionarse con lo más granado del panorama intelectual español de finales del siglo XIX y comienzos del XX.
De
hecho, desde que se estableció en Madrid en 1889, Joaquín
Sorolla tuvo una vinculación muy especial con la Institución Libre
de Enseñanza, manteniendo una gran amistad con algunos de sus profesores y
responsables.
Ramón y Cajal |
Asi, Sorolla pintó a la mayor parte
de las figuras representativas de la intelectualidad del momento en la vida
española: Galdós, Echegaray, Baroja, Benavente, Ricardo León, Menéndez y
Pelayo, Azorín, Pardo Bazán, Torres Quevedo... y, por supuesto, a médicos como
Marañón, Cajal y Simarro.
El doctor Sinarro
Uno de estos científicos que retrató
Sorolla fue precisamente su paisano Luis Simarro Lacabra,
un neurólogo que en estos años destacó
por su intensa actividad investigadora, además de por su
orientación política liberal y su papel en la formación de una importante
generación de científicos españoles, entre quienes estuvo, por
ejemplo, Santiago Ramón y
Cajal.
Sinarro y Sorolla terminaron
convirtiéndose en grandes amigos. En un momento determinado el científico le
encargó al artista que le realizara un retrato. Con esa intención Sorolla
acudía asiduamente al domicilio del galeno a realizar bocetos para ello, pero
no sólo le habría de retratar, sino que de allí (en su vivienda había
establecido un laboratorio privado para continuar con sus investigaciones)
habría de surgir la idea de un importante cuadro que se acabaría denominando
“Una investigación” o también “El doctor Sinarro en el laboratorio” (1897).
Marañón |
A este
laboratorio acudían todos los días discípulos y
colegas de Sinarro interesados en seguir sus avances. Como el propio Sorolla
reconoció en varios de sus escritos, fue el contacto con este ambiente de
actividad científica, de gran entusiasmo, lo que le inspiró a la hora de crear
una pintura con Simarro y su laboratorio como protagonistas.
En la obra en cuestión se puede ver al
propio neurólogo asomado al microscopio, mientras alumnos y colegas se arriman
a él para ser partícipes de su explicación magistral.
Este lienzo fue seleccionado para ser
exhibido en la Exposición Nacional de Bellas Artes celebrada en Madrid en 1897,
Londres 1908 y Roma 1911.
Pero aquella no fue la única obra que Sorolla realizó con Simarro
como protagonista. Ese mismo año pintó el retrato del doctor, una obra
mucho más convencional, con el neurólogo mirando directamente
al artista, mientras toma anotaciones y levanta la mirada del microscopio.
Triste herencia |
Otros temas científicos
El más ilustre de los alumnos de Simarro
fue el ya mencionado Ramón y Cajal, quien se haría con el premio Nobel de
Medicina en 1906 y a quien ese mismo año Sorolla realizó un retrato ataviado
con su capa y rodeado de libros.
Durante el resto de su carrera artística,
Sorolla siguió pintando a otros muchos médicos españoles y extranjeros, como Gregorio Marañón, sumando
más de una docena de retratos.