https://temu.to/m/uj4o0x1fycl acg053563 https://temu.to/m/ek4ri64orv0 ISABEL "LA CATOLICA": MUJER, REINA Y MADRE Ir al contenido principal

Entrada destacada

ENERGÍA EÓLICA Y SOLAR: ¿RENOVABLES PARA UN FUTURO SOSTENIBLE?

La energía eólica y la energía solar representan dos de las fuentes más prometedoras y sostenibles de energía renovable en nuestro mundo actual.  Ambas aprovechan las fuerzas de la naturaleza para generar electricidad, pero lo hacen de maneras distintas y con tecnologías únicas. Las renovables Las energías renovables, como la solar fotovoltaica, la solar térmica, la eólica y la hidráulica, son consideradas algunas de las mejores alternativas para mejorar el medio ambiente debido a su capacidad para generar electricidad sin emitir, en principio, contaminantes o gases de efecto invernadero. Estas fuentes de energía aprovechan recursos naturales inagotables y están disponibles en abundancia en nuestro entorno, lo que las hace accesibles y sostenibles a largo plazo. La transición hacia energías renovables es fundamental para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y combatir el cambio climático. Además, las energías renovables ofrecen una solución ante la dependencia de import

ISABEL "LA CATOLICA": MUJER, REINA Y MADRE

Tuvo cinco hijos a los que no veía con demasiada asiduidad, pero se encargó de que su educación fuera esmerada. La muerte de su heredero, Juan, fue un duro golpe que no superó, al igual que la de su hija Isabel y su nieto Miguel que rompían su sueño dinástico.

Como mujer, Isabel también sufrió de celos al lado de su esposo Fernando el cual, como cualquier príncipe de la época, disfrutaba de correrías e infidelidades con total inmunidad.

Isabel la Católica
Retrato de una reina

Cuentan los cronistas de Isabel la Católica que era alta, de piel muy blanca y de porte majestuoso. Que tenía los ojos claros, de un azul verdoso, y que su mirar era muy gracioso y honesto. Su pelo era rubio, entre rojizo-dorado y cobrizo (rasgo que heredaron sus hijas Juana y Catalina), aunque con los años se le fue oscureciendo hasta volverse casi negro.

Los escritores de entonces no se cansan de ponderar su hermosura, que según ellos no tenía rival en su tiempo, su honestidad, su ponderación y su autodominio.


Pedro Mártir de Alglería, por ejemplo, dijo de ella: «Esta mujer es fuerte, más que el hombre más fuerte, constante como ninguna otra alma humana, maravilloso ejemplar de pureza y honestidad. Nunca produjo la naturaleza una mujer semejante a esta. ¿No es digno de admiración que lo que siempre fue extraño y ajeno a la mujer, más que lo contrario a su contrario, eso mismo se encuentre en ésta ampliamente y como si fuera connatural a ella?».



Hernando del Pulgar se expresaba sobre la reina en estos términos: «Muy buena mujer; ejemplar, de buenas y loables costumbres... Nunca se vio en su persona cosa incompuesta... en sus obras cosa mal hecha, ni en sus palabras palabra mal dicha»; «dueña de gran continencia en sus movimientos y en la expresión de emociones... su autodominio se extendía a disimular el dolor en los partos, a no decir ni mostrar la pena que en aquella hora sienten y muestran las mujeres»; «castísima, llena de toda honestidad, enemicísima de palabras, ni muestras deshonestas»; «muger muy cerimoniosa en los vestidos e arreos, e en sus estrados e asientos, e en el servicio de su persona ».


Isabel
Lucio Marineo Sículo escribió esto: «Y no fue la reina de ánimo menos fuerte para sufrir los dolores corporales... Ni en los dolores que padecía de sus enfermedades, ni en los del parto, que es cosa de grande admiración, nunca la vieron quejarse, antes con increíble y maravillosa fortaleza los sufría y disimulaba»; «aguda, discreta, de excelente ingenio»; «habla bien y cortésmente».

Andrés Bernáldez tampoco escatimó elogios: «Fue mujer muy esforzada, muy poderosa, prudentísima, sabia, honestísima, casta, devota, discreta, verdadera, clara, sin engaño.


Fernández de Oviedo lo hacía de esta manera: «Verla hablar era cosa divina; el valor de sus palabras era con tanto y tan alto peso y medida, que ni decía menos, ni más, de lo que hacía al caso de los negocios y a la calidad de la materia de que trataba».

Y así un largo etcétera que la encontraban “prudente, de mucho seso, llena de humanidad, bondadosa, mujer de pudor y pureza en sus costumbres, inteligente, ejemplar, de gran corazón.....

Esta fuerza y este coraje de Isabel de Castilla, dicen, las conservó hasta cercana ya su muerte, a pesar, o quizás por ello, de ser una mujer que no dejó nunca de batallar y viajar de un lado para otro durante su reinado.

Su inteligencia también dio mucho que hablar. Se sabe que aprendió latín (el lenguaje diplomático y culto de la época),y de la mano de una gran maestra, Beatriz Galindo, lo afianzó, de tal forma que no sólo entendía los discursos de los embajadores, sino que también podía traducir con soltura cualquier obra escrita en aquella lengua.

Juan
El inventario de sus libros muestran un compendio de los conocimientos de entonces: clásicos griegos y latinos, Santos Padres, libros de Mística, de Filosofía, de leyes. Asimismo se enumera unos cancioneros, pues, al parecer, era muy dada a la poesía y a la música, y también cantaba.

Sobre sus gustos se dice que le apasionaban los perfumes, las joyas, las galas, las sedas y los brocados de oro y plata, pero que era generosa y sabía agradecer con este tipo de presentes a quienes ella consideraba. Sus hijas heredaron, y recibieron como dote en sus bodas, numerosas vajillas, joyas, tapices, etc que ella poseía. 

Su descendencia

Es discutible que el enlace de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón fuese por amor, al menos por parte del rey aragonés, que el mismo año de su boda tuvo un hijo natural. Sin embargo, si hubiese podido ser el caso de la reina que hizo suyo el romance: “el que se casa por amor vive siempre con dolor”.

Sobre este particular escribe Hernando del Pulgar: “amaba mucho al rey su marido e celebrábalo fuera de toda medida”.  Y Lucio marineo Siculo escribe: “amaba de tanta manera a su marido que andaba sobre aviso con celos a ver si el amaba a otras, y si sentía que miraba a alguna dama o doncella de su casa con señal de amres, con mucha prudencia buscaba medios y manera con que despedir a aquella tal persona de su casa con mucha honra y provecho”.

Isabel, pues, además de soberana fue mujer por lo que tuvo una lucha combativa con los celos que ensombreció su vida íntima, por lo que se hacía rodear de damas poco agraciadas y feas a fin de evitar cualquier devaneo de su esposo. No obstante a eso, el rey trajo al mundo otros vástagos, por lo menos tres hijas que se tenga constancia, fuera del matrimonio con su esposa.

De su matrimonio con Fernando de Aragón tuvo cinco hijos: Isabel (1470; Juan (1478);  Juana (1479); María (1482) y Catalina (1485). Y puesto que no había corte, pues esta era itinerante, todos ellos fueron dados a luz en lugares diferentes de la Península Ibérica.



Juana
Las continuas luchas en los reinos peninsulares y el constante deambular para la pacificación de estos, no permitieron a la reina Isabel tener una relación demasiado estrecha con sus hijos. Estos en la mayoría de las veces quedaban en los castillos de la retaguardia para su mayor seguridad y en manos de ayas que los cuidaban.

Sólo se podría decir que tuvo una relación más íntima con su hija mayor, Isabel, pues esta sería el único vástago del matrimonio hasta que la soberana de Castilla volvió a quedar otra vez embarazada ocho años después.

Sin embargo, la reina Católica se esmeró en que sus hijos tuvieran la mejor educación posible, y no sólo en la de estos, sino en la de toda la corte, pero en especial con la del príncipe heredero, su hijo Juan.

A este le colmó de cuidados y refinamientos tal como se nos revela en "Libro de la Cámara Real del Príncipe Don Juan” escrito por Fernández de Oviedo, en el que puede seguirse paso a paso su vida y los desvelos de su madre para que no le faltase de nada y aprendiera bien el manejo de su “casa”, y por ende, del reino que habría de heredar.

El príncipe recibió instrucción en ciencias, artes (sobre todo música), equitación y empleo de las armas.

Las tres heridas de la reina

Cuando sus hijos crecieron, se acordaron una serie de alianzas matrimoniales con el fin de afianzar la paz y la unión ibérica, así como para establecer lazos de consanguinidad con las casas reales del resto de Europa.

De esta forma, a su primogénita Isabel, se la casó primero con el infante Alfonso de Portugal, pero a su muerte se la volvió a casar (1495) con el primo de este, Manuel, que llegó a ser rey luso, y por tanto ella reina consorte.

María
A Juan, el heredero, se le dio como esposa (1497) a Margarita de Austria, hija del emperador germánico maximiliano I de Habsburgo. 

Su tercera hija, Juana, contrajo matrimonio (1496) con Felipe el Hermoso de Habsburgo (también hijo del emperador Maximiliano I). Con esta unión, años después,  entró una nueva dinastía en España, la de los Habsburgo, que formaban la Casa de Austria. Fue madre de seis hijos, entre ellos el futuro rey Carlos I.

María fue esposa también (1500) de Manuel I de Portugal, el Afortunado, del que tuvo diez hijos, uno de los cuales, Isabel, sería después emperatriz por su matrimonio con su primo Carlos I de España.

Por último, Catalina, fue casada (1502) con Arturo, príncipe de Gales, aunque al morir pocos meses después se la desposaría luego (1509) con su hermano, luego Enrique VIII, por lo que se convirtió en reina de Inglaterra. Tuvo una hija, María.

Pero tras la alegría de las tres primeras bodas de sus hijos, todo empezó a torcerse en poco tiempo. El príncipe Juan murió de tuberculosis, con diecinueve años, meses después de su boda. Tuvo una hija póstuma, pero nació muerta.

La primogénita, Isabel, murió del parto de su primer hijo, Miguel de la Paz, un año después de su hermano. Y dos años después (1500) el pequeño Miguel, heredero ahora de las coronas de Castilla y Aragón, también fallecería.

Catalina
Tras estas muertes, su hija Juana, se convertía en la heredera de los reinos hispanos.
  
La muerte

Siempre se ha declarado que estas desgracias tan seguidas quebrantaron el ánimo de la reina. Vio en ellas, no solamente la muerte de sus seres más queridos, sino, con estas, el desmantelamiento de su obra y sus anhelos, pues en el fondo, la “casa” que vendría a reinar ya no era la que ella había soñado.

Su hija Juana le daría aún unos cuantos quebraderos de cabeza, empeñada, embarazada y ya convertida en heredera, en marcharse a Flandes siguiendo a su esposo.

En julio de 1504 la reina Isabel enfermó gravemente, posiblemente manifestándosele padeciendo síntomas febriles permanentes que habrían de terminar en una hidropesía y en una posible endocarditis. Su cuerpo estaba también ulcerado y manifestó hasta el final una marcada sed, lo que sugiere, según investigaciones recientes, una diabetes.

Sobre este enfermedad Mártir de Anglería  señala: “todo su sistema se halla dominado por una fiebre que la consume, rehúsa toda clase de alimento y se halla de continuo atormentada por una sed devoradora y la enfermedad parece que va a terminar en hidropesía”. De ello también habla el cronista Pedro el Monje y dice: “le vino de una úlcera secreta que el trabajo y la agitación del caballo le habían causado en la guerra de Granada. Su valor le causó el mal, su pudor lo mantuvo y no habiendo querido exponerlo jamás a las manos ni a las miradas de los médicos murió al fin por su virtud y su victoria”. Mariana habla de “una enfermedad fea prolixa  y incurable que tuvo a lo postrero de su vida”. Quizás, dicen los médicos, por lo que se señala en las crónicas, la reina padeció un cáncer de recto, o posiblemente, de útero.

Cuatro meses duró su agonía, al final de los cuales falleció un 26 de noviembre en Medina del Campo cuando contaba con 54 años.

Su cuerpo está enterrado en la Capilla Real de Granada.
 

Entradas populares de este blog

¿QUIÉNES FUERON LOS ESCRIBAS?

https://ajestigie.com/link?z=4913003&var={SOURCE_ID}&ymid={CLICK_ID} En la antigüedad, los escribas no sólo eran un colectivo que se encargaba de copiar a mano libros y realizar trabajos escribano, sino que también eran contables, arquitectos, administradores, bibliotecarios e incluso literatos. A pesar de proceder en su mayoría de estratos humildes, los escribas fueron adquiriendo una enorme relevancia social y política como casta especial. Escriba egipcio El escriba egipcio, una casta especial E l escriba era esencial en la sociedad del Antigua Egipto. Era un personaje culto  capaz de escribir, clasificar, contabilizar y copiar  utilizando varios tipos de escritura  ( como la hierática o demótica), conocedor del arte de la construcción y de transcribir rápidamente órdenes, documentos legales y pensamientos sobre papiros y ostracas con ayuda de un cálamo y su paleta con tintas de diferentes colores. Su trabajo era remunerado. Aunque realizaba su trabajo

MARGARET KEANE: LA PINTORA DE LOS OJOS GIGANTES

Margaret Keane es esencialmente una retratista al óleo cuyos personajes preferidos son mujeres, niños y animales domésticos. La característica principal de esta pintora estadounidense es que en todos sus cuadros los protagonistas aparecen con enormes y tristes ojos. Margaret Keane Historia de un vil engaño Margaret Doris Hawkins (Nashville, Tennesse, USA, 1927) siempre le gustó pintar grandes ojos en sus retratos. De pequeña era conocida en la iglesia local por sus bocetos de ángeles con grandes ojos. Se casó joven y en 1950 tuvo a su primer y única hija, Jane. El matrimonio no duró mucho. Tras su separación Margaret contraje nuevas nupcias en 1955 con un agente inmobiliario llamado Walter Keane. Su nuevo esposo vio en los cuadros de Margaret un filón y dejó su negocio para dedicarse    a vender estos en forma masiva en grandes almacenes, libros de cómic y revistas. Mientras, Margaret continuó perfeccionando su técnica, pero simplemente firmaba co

LA REVOLUCIÓN DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL: BENEFICIOS, DESAFÍOS Y PERSPECTIVAS

La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser solo un tema de ciencia ficción para convertirse en una realidad presente en todos los ámbitos. La IA tiene un enorme potencial en campos tan diversos como la industria y la medicina, pero también genera debates sobre su implementación. Revolución tecnológica     No cabe duda que la  inteligencia  artificial  (IA)  ha supuesto toda una revolución tecnológica desde que la informática hizo su aparición. Dicen los expertos que tal es así que va a cambiarlo todo,  y  de hecho, ya lo está haciendo.     Desde hace apenas unos pocos años, casi nada se sustrae ya a la inteligencia artificial. La podemos encontrar en multitud de facetas, en los móviles, la banca (que por ejemplo puede determinar si nos concede un crédito o no), los videojuegos, los ordenadores, la atención  al clientes , en l os   sistemas  de  reconocimiento  facial  ( que  utilizan   aeropuertos  y  fuerzas  de  seguridad ), en m icrosegmenta ción  ( anuncios u ofertas personal